Pan, circo y boogie boogie

Aquest text també és inèdit. Havia d’aparèixer a la revista Interzona quan aquesta es va deixar de publicar.

La religión es el opio del pueblo, aseguran Marx y Engels en El manifiesto comunista. Lo dicen en un sentido claramente negativo: la religión tiene a la gente atada e incapaz de pensar por sí misma. No me interesa hablar ahora de la religión, sino del opio y, por extensión, de las drogas. ¿El opio es una metáfora válida del control social? ¿El estado da drogas a los ciudadanos para que se mantengan sumisos? Aunque diga querer reprimir el tráfico de estupefacientes, ¿le interesa que se perpetúe para tener adormecida a una parte de la población y además sacar tajada de los beneficios que se obtienen de este comercio? ¿O, al contrario, las drogas tienen un gran coste social en inseguridad ciudadana y atención sanitaria que el estado se esfuerza en reducir? Antonio Escohotado sugiere en la Historia de las drogas que en ocasiones el poder es honesto en su esfuerzo prohibicionista (China con el opio en el siglo XVIII, EEUU con la ley seca) y en ocasiones hipócrita (la CIA). Luego, ¿las drogas adormecen o abren la consciencia? Escohotado, otra vez, diría que depende de la droga y del uso que se haga de ella.

Otra expresión relacionada con el control social que me causa estupor es la de “pan y circo”. El imperio romano daba al pueblo pan y circo: espectáculos de gladiadores y bocadillos gratis. No creo que nadie ponga en duda la necesidad de pan. Por circo se entiende un entretenimiento que ocupa a las gentes humildes y les distrae de preocupaciones más graves. Pero ¿es malo el circo? ¿Es mala la televisión? ¿Entretener vuelve a ser un mero paliativo de los males de la sociedad y es criticable porque contribuye en el fondo a prolongar la situación?

Entonces, ¿porqué CiU se queja de la llamada “cultura del ja, ja ,ja”? ¿No será que no quieren que nos riamos del poder? Y si el circo o la televisión son denunciables, habrá que poner en el mismo saco al cine (un claro sucesor del primero y precedente de la segunda), la literatura (la novela nació como una forma de entretenimiento para las damas de la alta sociedad) y la música (que también és narcótica: amansa a las fieras). Habrá que rechazar a Cruz y Raya y también los reportajes de investigación, Steven Seagal y Pier Paolo Pasolini, Ana Rosa Quintana y Leon Tolstoi, los anuncios de colonias y las vanguardias pictóricas. O admitir, si no, que un entertainer puede ser tan iluminador para las vidas de la gente como cualquier filósofo o político, del mismo modo que estos pueden ser tan intoxicantes y alienantes como Gran hermano. Dependerá del payaso y del uso que se haga de él.

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *